Y CÓMO CREES…


DEL CALLEJÓN

CALLEJON SIN SALIDA 42

Trae la hipótesis resuelta
en una parte incompleta de su ser
a la que llaman así los estudiantes,
por ese nombre tan llano de la silla
donde tranquilo se asienta por su cuenta
el centro entero del ser del individuo
desconociendo a quien lleva, quien coordina,
el que se adueña de todo el equilibrio
en esta turca dispuesta para el uso,
del que la lleva  incrustada,
salvaje brota consciente de su falta
y el cerebelo no anuncia al que lo lleva,
que sin los viejos instintos,
también quien piensa adolece
y su dictamen completo no será,
sino le aplica al seguro alguna duda,
que fiel alguna pregunta le formule
siempre del que, del como y sobre el cuando,
para acertar,
ganar,
dar en el clavo.
Pero este gil de cerebro comprimido
que está seguro de acertar y ya no duda,
dará a sus dientes una inútil experiencia,
cuando ellos den de canto con la calle
después del golpe sincero,
el puño plano que viene delegado
del brazo diestro de un hombre aventajado
en las labores del cuerpo,
el cual parece de un atlas renovado,
salvando el rostro desierto de belleza,
que cruza tres cicatrices…
Y sin embargo,
sobrevivido al golpe que lo tumba,
el dueño insulso insiste en parca idea
y desde suelo se alza renovado
con el propósito sano de ganar,
la nueva hipótesis corre por su cuenta
el otro no se la traga y lo despacha,
con un segundo jetazo de la izquierda,
que lo derriba a la playa de la calle
a donde quedan dos dientes,
esta no era la hipótesis primera
ni la segunda tampoco,
mientras le sacan la propia billetera,
y lo voltean sin el menor respeto,
piensa que tuvo razón su cerebelo
al prevenirle de andar en noche oscura,
por esa calle dormida y silenciosa,
y no atendió  la llamada de la noche
que el  gato en pena le hiciera…
El con su negro pelaje le decía,
gastando su cuarta vida,
que ese no era el sitio ni la hora,
para probar sus teorías inseguras,
sobre el maldito amor propio,
que en esta dura ciudad noche servida,
ni un duro vale la tesis de la vida
cuando llegada la muerte
aquel siguiente latido es teoría

JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
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Comentarios

  1. Por alguna razón, que no voy a pararme a dilucidar, me ha recordado la muerte de Pier Paolo Pasolini. Figuraté si es absurdo, porque no se sabe muy bien cómo, aunque si dónde y que hacía allí, pero no sé la razón., tu poema me lo ha recordado. Es triste -caíste en tristeza últimamente- pero es bello. Gracias Milord

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  2. Suele ser en cuestiones de supervivencia craso error privilegiar al entendimiento frente a la intuición, qué bien plasmado en esta historia, que de bien conducida y tan largo recorrido del pensamiento que le subyace, podría extrapolarse a cualquier otra situación de riesgo... lo hago, me alegro, seguí la intuición que a aquí me trajo, de tu lado, pleno acierto...
    Los tres últimos versos son todo un tratado al estilo de Feyerabend, una vez más como siempre, eres el más grande!

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  3. Pues si, Mabel, más bien noir que triste...Sin embargo, diré en favor de tu recuerdo que aquel hombre en medio de todo hizo poesía y cine inmarcesibles, y es entre los caídos uno de mis preferidos...Pronto llegarán a este podio nuevos temas que desde ya me convenzo te van a encantar, un beso...

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  4. Que me dices del saber sin querer? o del obrar sin pensar? o del pensar sin sentir? Ese oscuro callejón está en la vida cotidiana llevando nuestros pasos por todas partes, los riesgos de fallar son incontables, y a veces no traen nombre o vienen de la mano de sabrosas y bellas oportunidades...Debes dotar a tu paso de un buen pie, pesado, que piense por si mismo, y no pierda el compás con su mellizo de al lado...Gracias Europa, continental como siempre que te haces a mi lado.....

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