DONDE LOS HORIZONTES UNEN TODO / Poesía de José Ignacio Restrepo
TIERRA Y CIELO
Como aves
entristecidas y salvadas,
las nubes prometen algo que no cumplen,
cada vez que clarean u oscurecen
nombrando sin querer
nuestros recuerdos...
Nos dicen al oído
simplemente
que bajarían el cielo si pudieran,
pero solo se dejan mal pintar
en este atardecido viento gris
que promete coser un cielo herido
y devolver a la noche sus quimeras,
cuando timblan como hojas,
como olas,
cuando pasan del gris al ocre negro
y en el grito sombrío nombran todo
menos al cielo inmenso...
O al bello mar que aleja el horizonte
donde sombras y hombres
se ven juntas...
las nubes prometen algo que no cumplen,
cada vez que clarean u oscurecen
nombrando sin querer
nuestros recuerdos...
Nos dicen al oído
simplemente
que bajarían el cielo si pudieran,
pero solo se dejan mal pintar
en este atardecido viento gris
que promete coser un cielo herido
y devolver a la noche sus quimeras,
cuando timblan como hojas,
como olas,
cuando pasan del gris al ocre negro
y en el grito sombrío nombran todo
menos al cielo inmenso...
O al bello mar que aleja el horizonte
donde sombras y hombres
se ven juntas...
Profesas
cielo ignaros evangelios
de colores sin fe, sin esperanza
y tienes grabado en el cielo como organza
ese dolor amable de tus ecos,
la virtud de decir sin murmurar
las palabras dormidas de algún sol
solo hechas de dolor,
sobre las hojas
que al verde despertaron
antes de ser quemadas sin contar...
y al que mira hacia arriba en su solemne
búsqueda de lo tibio y de lo eterno
darle como misión buscar remansos,
fuentes de agua
sin ruta ni sepelio,
pues palpita ante el cielo compungido,
y en un vuelo de sombra
su entereza,
encuentra uno tras otro los motivos
para que sobreviva a lo vivido,
y a la amarga salud de la tristeza
que lo llama desde arriba bienvenido,
a esas nubes fornidas negro claro
que lo llaman amante
bienvenido...
Nadie más que tus ecos despeñados,
tu virtud y belleza,
tus palabras altas para el cielo,
que no encuentra el embrujo de la amada
y el sendero
y la huella con sus pasos...
de colores sin fe, sin esperanza
y tienes grabado en el cielo como organza
ese dolor amable de tus ecos,
la virtud de decir sin murmurar
las palabras dormidas de algún sol
solo hechas de dolor,
sobre las hojas
que al verde despertaron
antes de ser quemadas sin contar...
y al que mira hacia arriba en su solemne
búsqueda de lo tibio y de lo eterno
darle como misión buscar remansos,
fuentes de agua
sin ruta ni sepelio,
pues palpita ante el cielo compungido,
y en un vuelo de sombra
su entereza,
encuentra uno tras otro los motivos
para que sobreviva a lo vivido,
y a la amarga salud de la tristeza
que lo llama desde arriba bienvenido,
a esas nubes fornidas negro claro
que lo llaman amante
bienvenido...
Nadie más que tus ecos despeñados,
tu virtud y belleza,
tus palabras altas para el cielo,
que no encuentra el embrujo de la amada
y el sendero
y la huella con sus pasos...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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