LOS NUEVOS COLORES / Poesía de José Ignacio Restrepo


Lodo,
manchando el saco, el blanqueado cuello,
el borde del sombrero
y la corbata,
de aquel que no se ve pero se queda,
y resiste el lavado suspicaz
que restriega y restriega en una parte,
aunque limpio se vea...
Lodo, de la clase que salta de la barda
cuando un charco de agua la golpea
al paso de algún coche,
que ya va retardado con su dueño
quien hoy no lo maneja,
y que busca y encuentra al diligente
que cuida de la higiene de la mente
-la que lleva muerta ya hace años-
doblándose acertado la muñeca
de la clara camisa,
para que en un momento vespertino
la desdoble tranquilo,
y pueda ver el plácido color
sin gota que lo manche de sudor,
y en mágica maroma
se musite,
con sonrisa de un lado,
tan limpio como cuando me la puse
hace horas callado...
Lodo, inoloro, que habita entre los ojos
de quien huye al mugre que revela,
su no hacer para cumplir la ley,
su dadivosa mano que bien pide
aquello que merece por lograr
que lo justo se vuelva un bien gastado,
porque voltea mano, codo, cara,
si debe hoy  ignorar
la mancha brava,
de quien actúa mal y en contra de otros...
jueces son, o agentes de la ley
aquellos que lo llevan bien calado
en la ropa del alma
o algún lado,
y prevarican por gusto a cualquier hora
pues la práctica se pierde si no hacen 
de la verdad mentira
y de la luz
la más oscura esquina...
Lodo 
que se abate rotundo, amangualado,
viajando por el aire en dos segundos,
y encuentra sobre cuál Judas caer,
o ante cuál vil hereje de cien causas,
para que vean los otros
con cuidado,
si el ramo cortado es de verdad
o solo flores secas
hace tiempo colgadas de un techumbre,
inmoladas sin más,
en un recuerdo vivas
luego muertas...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO

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