UNA PUERTA DE VIDRIO TAMBIÉN PUEDE MATARTE / Poesía de José Ignacio Restrepo



MANZANA ENTRE SEMILLA


Alma descamisada dispuesta ante el muro del fusilamiento, rendida ante su propio tedio y casi feliz de sentir su detenida infelicidad que la mira obsecuente desde la cercana duna de la apariencia. Sobre ti el ungüento para sanar o quemarte por dentro hecho de palabras sin gobierno que vuelan frente a ti, luciérnagas pueriles necesitadas de aire por sustento. Más allá te esperan mil silencios formados como castos soldados sin una guerra cierta en un muelle largo, sus rostros de cariátides sin verbo, y esas tablas de sed que pisan, muestran a seres que llevan sobre si los males recios de raros carcinomas, en todo caso fantasiosos dolores, descritos por cintas extranjeras en sucesivos fotogramas. La calle está convertida en reguero de vitrinas y manchas de humo, con gente que parece detenida mientras sus sentimientos avanzan. Un ruido inmenso, que no puede oirse si la gente calla. Esto de sentarse a procrear quien eres, va más allá de la conciencia humana.
Recibida la manzana entera aún dentro de la semilla dura y pequeña, el pensamiento cavila sobre origen y destino, sobre respuestas no pedidas a preguntas que aún se hallan naciendo en su escondrijo. Todo esto fibrila entre las manos sudorosas de quien dice tener razón y cordura, y que además ostenta en su mano ese suave papel para envolver de un color bello o más bien una suma de colores, y que fila los momentos uno a uno para decirles si son soga o nudo, escarcha de la noche o fundamento; y mientras tú te arropas con la mano tibia, saboreando este confite de menta y chocolate que lleva anís en su centro, esas cosas que rescatas de mi mirada y lo que digo...como nosotros, los demás buscan sus cosas en mitad del silencio en ruinas, con las manos convertidas en agujetas de tejer y la mente por demás en blanco, para llenar el abismo que son con aquello que el otro traiga, pues, dicen, estamos hechos de cíclicas sustancias, tomadas del afuera que nos mira, a su estilo impávido y suicida. El afuera, donde los dioses ensayan sus tonadas, para luego dejarlas en la puerta, en la ducha del alba, en la poceta, o en los ojos hermosos de la mascota, que de día y de noche acompaña ese rol de guiar y de querer a los que solo somos padres del mísero deseo de ser...
Y me dices, callada entre augurios: de todas las malquerencias la peor es la que sigue obrando celos, tiernamente sin voz, guardada con temblores en la hoja del libro, cuyo autor no sabe de ese crimen. ¡Qué hermoso trozo de vaho el que deja tu espíritu sobre mis lentes cansados, cualquier guerra por la verdad tiene la fe de la primera sonrisa, la esperanza perdida bajo la silla sale al mediodía a preguntar por la boca que ayer dijo, eres mi fe, sal, mira donde vivo! El sol de ayer tiene cara de infeliz, persigo soles que aún no se han parido y tú vendrás conmigo, te tengo, te llevo, eres mi propia voz que habla en todas las cosas....Que hermoso, todo muere ahora mismo, pero yo vuelo contigo... 


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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