DOS POR UNO / Poesía de José Ignacio Restrepo


DÍAS DE CIRCO


Domesticado hedor 
que vive sin permiso en mi nariz
legado de algún circo que ha llegado
y ahora tiene las horas contadas 
cuatro niños que vengan enlazados
vestidos con impávida ilusión
entrarán con un solo boleto...
reciben en la calle las entradas 
de manos de un payaso virulento
para esta y la próxima función, 
duplicando mentidos atributos 
para llenar de aplausos la tribuna, 
mientras sube en mi cuerpo el mal olor,
hay tigres dominados con dolor
cambiado por el hambre que lo come,
elefantes que mienten soledades
entre olvidos sinceros,
y hienas que aprendieron a llorar
en la arena bajo luces de neón
y como todos piensa que son risas
con risas se les paga,
su llanto que no para...
ya sabes que no irás ni regalado, 
ni aunque fuera el último rincón 
para buscar la fe dilapidada,
  mientras sacas un fósforo y lo quemas 
para por tal sencilla estratagema 
mudar lo que quedó en las secas fosas, 
esas capas rocosas 
donde ha habido gripe mas no hoy...

Y el poeta saltándose la norma 
de pensar y pedir pulsos orando, 
cuando tiemblan los sueños esmaltados 
como recién nacidos en sus manos, 
no es un saltimbanqui bien dotado 
ni sabe dos  rutinas de trapecio, 
le da miedo mirar por la ventana 
o caminar para atrás a ojo tapado, 
y cuando toma alcohol lo hace sentado 
porque le da pudor emborracharse 
y no alcanzar la silla del ayer 
cuando toque sentarse...
Qué te puedo decir si ya tomaste 
ese falso brebaje que te guardas 
para pedirte dejadas y cernidas 
clemencias por liar adoloridas 
tus añejas vivencias, 
hoy dormita el pasado pero ayer 
te vio en fraterna errancia por quererlo, 
sin decir bellos nombres pues son falsos, 
ni enervar la razón cual monumento 
que yace destruido sobre el suelo 
con tus relieves ávidos de tacto 
y tu mansa laxitud muerta de risa
pues se sabe cadáver descompuesto 
perdido regresando de la guerra...
Hoy llevas el vaho de tu aliento 
escarchado sudando como nieve 
dibujando palotes en el espejo 
cuando llora sin más una tormenta, 
viendo tu sed limpia enarbolando 
la pregunta sincera, 
¿dónde está el agua regada de tus antes, 
dónde la perdida cantimplora? 
y de su fiel rescate programado 
tantas noches perdidas 
qué ha sido del rumbo, vida mías... 
Quién quedó con el mapa, 
la prueba de que hubo algún combate, 
el antes y el después en fino yugo 
unidos por la virtud de la ceguera 
y el sabor de la miel sobre la cera
dulce, cara y cantante 
que apenas brotaba de una flor 
o de un tierno abecedario
extendida como sudor sobre la nata 
si tocaba por error tu blanca piel...
se volvía poema...
Verdad es que los míticos lamentos 
se nos convierten voz sin ser llamados, 
mientras encaballamos los presentes 
de esfuerzos siniestrados,
luchando comedidos con la fe 
tan fría como hielo, 
la palabra como tonto escudo...
 y un yelmo de vidrio en la cabeza
frente al circo convertido en mundo 
que se ofrece en ciego sacrificio...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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