LA VIDA DEL BARRIO / Poesía de José Ignacio Restrepo

TRIBUNA NORTE


Torcedor de domingo,
hincha de miedo,
al ahorro medido en cada día
debe el cielo gritado de ese día,
y no puede enfermarse ni de gripe
porque entonces se pierde su confite,
gol que vence sus ojos cuando pasa,
gol bendito que se lleva hasta la casa,
y repite por cien veces la semana,
en sus ojos dócilmente tarambana,
ese arco tejido es ya su amante,
y lo quiere mucho más
de lo que antes lo hacía,
sobre todo cuando el cuero se le mete,
y la barra grita bello
Gol, gol gol,
y al unísono y de frente
pa´que duela,
la metió sin mirarla
con la suela...

El temido tiempo de viejera,
le llega sin aviso con premura,
 a este que tendrá siempre veinte años,
y que menos eneros aparenta,
cuando pasa la puerta con boleta,
a las tres y un poquito ya gritando,
hinchen los unos para ir ganando,
y los demás para salvar la fiesta,
ya cree ver la pelota desde lejos,
y al patón Montes metiéndola
sin culpa,
tiempla las piolas y se levanta el polvo
que blanco mima las rayas de la cancha,
y entonces ve a esos ángeles sin alas,
entrando al campo para medir sus fuerzas,
es el domingo,
comienza este partido,
su voz feliz
ya grita como un niño...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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