EL COLOR HERIDO DE LA TIERRA / Poesía de José Ignacio Restrepo

DE LOS SANTOS INOCENTES


Un gusto impermeable por el triste azar
que se amarilla en los diarios
contándonos amargos sinsabores
de otros que pudimos ser nosotros,
me llena y me condena el paladar
por ver a un dios mezquino tan ausente,
tan pleno entre las bocas de las gentes,
que no puede alertar ni gritar algo,
ni un SOS  atormentado y legendario,
para que el muerto de hoy no esté tan tieso
y el de mañana vivo quede en pie...
Llega la corrección como almadana
dándome entre la cara su lección,
y estalla el apostema rojo y vivo
que en mitad de la frente me ha crecido,
por esa fe recluta y desdeñada
que es como soldado dando y dando,
al camino ese hule de sus botas
corrompe de zaherir con la venganza,
aterida en su rostro se presiente
por lo tensa e hiriente que promete
sobre otros su daga cuando mira,
lento avanza sobre él un mar de ira,
pues la guerra le cabe y le supera,
desde el cielo que agrisa sí lo ve
cuando alza la fe que no posee, 
 y critica su azul inmerecido
por lo grande que es
y por lo ajeno...
Esta noche de ritos y comadres
que en el umbral se hacen mientras lloran
a esos que la vida se llevó,
esperando a los brotes más amados
que la canchera y brusca 
les ha dejado,
 yo me hago en medio a suceder
las memorias de otros y mi ayer
en el sudario fresco que no llevo,
pero me cubro con él como otras veces,
contar yo si sé,
mientras miro mis manos complaciente
que guerras prometieron y cumplieron,
entre amores logrados o fallados,
que me miran sin llanto
con rezos renovados por orar
en mis ojos callados...

 JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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