CON USTED, ESTA NOCHE… / Poesía de José Ignacio Restrepo


POR ESTOS 
DÍAS DE FERIA


Rabiosamente,
como sale hasta la arena,
que presiente ajena,
que sabe ya enemiga,
pues desde atrás, antes de la faena,
la sangre semejante por olor,
lo ha elegido para que reviva
todo el dolor de otras tardes
y Hermes, que se llama el invitado
la relaciona entre su mítico estupor
con todos los difuntos semejantes
que han derramado el rojo de la vida
en este templo erigido a la codicia,
por hombres que evitan el pudor
y solo se lamentan si no gozan,
edificado  cual templo sin decoro,
para verlos fenecer entre el martirio…

El toro majestuoso raudo irrumpe,
ya lleva sobre el lomo las señales
de que su fuerza minaban los segundos,
para que no saliera tempestuoso,
sin embargo su gracia y trascendencia
le empuja como dardo a fortaleza,
solo una dirección su ser bravío
late en su corazón sin maestranza,
en tanto las tribunas gritan ansias,
porque su sangre quieren, mientras baila,
y que el torero sea este u otro,
no les vale historia ni añoranza,
que penetre el acero de la espada,
para que cobre venganza sin objeto,
y enmudezca la plaza como antes,
de nuevo un toro muera
para que viva el grito del plebeyo…

Oh sorpresa,
otro honor esta vez a la faena
pues el público espera enardecido
no será concedido porque espera
que le entregue fortuna al arriesgado,
pensando que el de luces fue elegido,
para no sucumbir ante el bravío,
animal de praderas impetuosas
donde el verde es la única frontera,
y no asume que es la fuerza vencedora
sobre humanas razones que convocan,
entre todas al goce que se implora
en cada movimiento que se libra,
esta tarde de argentinas y verónicas…

El torero está muerto,
fue feroz la embestida inesperada
que tomó su costado empitonando
la cabeza de pelo engominado,
entrando por la plástica garganta
que lucía en su ámbito más tenso,
su seco respirar que fue postrero,
y le dejó tirado sin tormento,
sin sentir el silencio de los deudos
que vinieron a ver como burlaba,
la fuerza de la bestia  luchadora
y también su última batalla
sin saber bien de nada…

La sangre del difundo se diluye,
mientras corre en la arena ese robusto,
toro majestuoso y ausente,
que tenía un humano por verdugo
de luces encargado de matarle,
sin saber que era él su dispensado
invitado de parca extravagante,
sin urgencia de hacer o deshacer,
él le ha dado muerte en un instante…

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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Comentarios

  1. llama a la muerte que la muerte viene... pero invítala a una fiesta y hará estragos en tu vientre... el juego de asonancias y consonancias de la rima es brillante. Felicidades.

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    1. De la Hispania de ritos y clamores, esta fiesta que embellece la muerte, con su banderillas de colores, y el grito torero, engalanado de veras por tu paso, querida Carmen Soriano...Gracias por testar, de nuevo, este lugar...

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